Escuela Croacia

"CRECER, COMPARTIR Y APRENDER CON ALEGRÍA"

www.escuelacroacia.cl

martes, 31 de agosto de 2010

Nómadas del mar: Yaganes

El pueblo Yágan era un pueblo canoero y recolector marino. cuyos antecesores habitaron desde hace aproximadamente unos 6.000 años los canales fueguinos chilenos que se extienden al sur y hacia el oeste de la isla grande de Tierra del Fuego hasta los canales Magdalena y Cockburn. También habitaron la isla Navarino e islas ubicadas al sur de esta hasta el Cabo de Hornos y la orilla norte del canal Beagle, en territorios que actualmente pertenecen a Chile y Argentina.


Sus herramientas fueron arpones, lanzas, dardos y hondas. La lanza tenia dos partes: un palo o rama que podía medir hasta tres metros de largo y una punta de hueso de ballena con ambos bordes dentados de unos 30 cm. atada al palo mediante tiras de cuero. La honda era un trozo de cuero atado con dos cordeles de tendones de lobo marino.


Según las investigaciones del sacerdote alemán Martín Gusinde, los Yámana creían en un ser único y poderoso, al que daban el nombre de Watauinewa. A él le rogaban al iniciar sus viajes, al ir de cacería o ante cualquier otro suceso que implicara riesgos.
Una de las ceremonias más importantes es el Kina, durante este los jóvenes pintaban el rostro con rayas blancas y estaban a cargo de los ancianos, quienes le enseñaban los conocimientos para sobrevivir en la naturaleza. 


A fines del siglo XIX comenzaron a llegar a las tierras yámanas pescadores y loberos de diferentes países, así como misiones anglicanos y católicos. Posteriormente, vino la colonización y la ocupación de sus territorios por parte del Estado chileno.
Los Yámana empezaron a recibir influencias extranjeras, fueron aniquilados por las enfermedades contagiosas, perdieron su hábitat, sus costumbres y tradiciones y asi también su lengua. Según el censo de 2002 hay alrededor de 1.500 personas descendientes de Yámana, algunos de los cuales viven en los alrededores de puerto Williams.

Nómadas del mar: Kawesqar

Los kawesqár son indígenas nómades canoeros que recorrieron los canales de la Patagonia chilena, entre el Golfo de Penas y el estrecho de Magallanes.


Los materiales de trabajo de los Kawesqar eran piedras talladas, madera, hueso, nervios de ballenas y pieles de focas. Con estos elementos cortaban las cortezas de los árboles, elaboraban flechas, arcos, hondas, arpones y anzuelos. Con fibras vegetales amarraban las varillas de la canoa y la ruca (toldo) y tejían pequeños cestos para depositar los mariscos durante su recolección. Los kawesqar conocieron el metal después de la llegada de los primeros navegantes europeos.


Los Kawesqar creían en un ser superior, creador de la tierra y de la vida denominado Xolas. Pero además, creían en espíritus buenos y malos.  
Arka-ker-cís, era un espíritu bueno que les anunciaba la llegada de ballenas o les indicaba los lugares de pesca.


Los kawesqar son hoy un pueblo originario de Chile en vías de extinción. En 1883 eran más o menos 3000 personas y en el año 2000 sólo vivían alrededor de 17 kawesqar puros que conservaban algunas de  sus costumbres en las cercanías de Puerto Edén. El resto de de los descendientes ha emigrado a diferentes ciudades del país en busca de mejores oportunidades de vida.
Según el censo de 2002 hay 2.622 chilenos descendientes de kawesqar.

Nómadas Terrestres: Tehuelches

Otra de las etnias nómades que existieron en el extremo austral fueron los Aonikenk o Tehuelches, incluso se les denomino Patagones, debido a la gran huella que dejaban en sus constantes caminatas y que sorprendió mucho a los europeos. Habitaron desde el río Santa Cruz (Argentina)hasta las costas del Estrecho de Magallanes.

Antes de la llegada de los europeos a nuestras tierras las armas de los tehuelches eran el arco y la flecha, pero cuando conocieron el caballo, no solo cambiaron sus hábitos de caza, sino también sus armas. Usaron con preferencia las lanzas, los lazos y las boleadoras; sin embargo, con la introducción del caballo, la baleadora se convirtió en el arma fundamental para la caza del guanaco y el ñandú. Al tomar contacto con los colonizadores conocieron los sables, machetes e incluso las armas de fuego.

Para los Aónikenk existían seres superiores que gobernaban todo lo que sucediera en la tierra y el universo. Uno de los más importantes era Elal, héroe mítico, creador de la vida, los animales y el mundo natural. Elal los protegía de Gualicho, un ser malvado causante de las desgracias que ocurrían a los hombres y a quien los aónikenk le tenían temor.
Creían en la vida futura, por lo tanto cuando morían envolvían el cadáver en una capa de piel de guanaco y lo enterraban junto a sus pertenencias y alimento para su largo viaje.

El pueblo Aónikenk fue uno de los que mas rápido y en mayor medida sufrió con el impacto de la cultura de los europeos. Sin embargo, aunque incorporaron mas fácilmente las nuevas costumbres, tampoco se libraron de las enfermedades contagiosas, como la viruela y la tuberculosis. Al crearse la frontera entre Chile y Argentina y comenzar la colonización perdieron sus tierras y no pudieron seguir desplazándose libremente por las pampas magallánicas.


Nómadas Terrestres: Selk nam

En nuestra región existieron 5 etnias milenarias. Dos de ellas basaron su existencia y su forma de vida en el ambiente terrestre.
La primera etnia corresponde a los Selk nam o como les llamaban los yaganes Onas. Antes de su extinción, eran nómades terrestres, cazadores y recolectores.Habitaron lo que hoy conocemos como Tierra del Fuego. 


Los Selk’nam fueron excelentes cazadores. Sus armas principales eran el arco y la flecha, herramientas construidas especialmente para dar caza a un animal grande y veloz como el guanaco. El arco era de madera de roble con un tendón de guanaco atado a los extremos. La flecha tenia una punta de piedra o vidrio y en el extremo opuesto dos trozos de plumas. El cazador portaba las flechas en un carcaj (caja para guardar las flechas).


La llegada del hombre blanco en busca de riquezas y nuevas tierras desplazo a los Selk’nam  de sus territorios tradicionales. Las diferentes costumbres y modos de vida hicieron imposible una convivencia pacifica, por lo que los arcos y flechas selk nam no pudieron enfrentar a las armas de fuego del europeo. 

Esta etnia se extinguió poco a poco debido a los conflictos, las enfermedades contagiosas, la falta de alimentos y la pérdida de sus tierras. En 1881 existían aproximadamente 4.000 selk nam, a comienzos del siglo XX apenas eran algunas decenas. En 1974 murió Angela Loij, la última selk nam pura. Hoy viven sólo algunos descendientes de la etnia ona.

Una de las ceremonias más importantes fue el Hain. En ellas se reunían hombres de distintos clanes para realizar la iniciación de los varones de 14 y 15 años en la vida adulta a quienes llamaban Kloketen.